sábado, 5 de noviembre de 2011

corrección del texto: FLUENCY DANCER



Sus pies descalzos se enfriaban al contacto con el suelo. Sentía la brisa acariciándole la cara y la luz del sol calentaba sus mejillas. Miró el cielo y pensó que quizás no era este el lugar que ella buscaba, pero le producía la misma sensación que su antigua escuela de danza, así que prosiguió.


BAILAR.


Los movimientos ya no eran como antes y sus piernas le decían que debía tener cuidado o incluso parar; pero sentir de nuevo aquel lugar y oír sus pasos rompiendo el silencio, la hicieron recordar.

Recordó el momento en el que entró por primera vez allí, 30 años atrás.

Recordó su emoción y sus nervios por no fallar. De sueños cumplidos y de emociones por llegar. Pensando en ser una gran bailarina, como sus profesoras habían sido, se imaginaba bailando para un público ficticio que se escondía tras las paredes y le observaba fascinado. Sus recuerdos bailaban por su mente, como ella por la sala; sin ataduras ni censuras, libremente llegaban y se iban, flotaban suspendidos en el suelo y caían agotados por el movimiento…
 

Sus años de esfuerzo y sacrificio buscando alcanzar su sueño, aparecían frente a ella nítidamente, creándole una sensación agridulce, se sentía desubicada. El cansancio se notaba en sus brazos, igual que entonces, minimalizando sus recuerdos felices.

Sus movimientos le guiaban por lugares de lo que ella consideraba su escuela, sedientos de recordar una vida de fantasías truncadas. Crecer en la profesión, le había llevado años de estudio y crecimiento como artista. Sus progresos se multiplicaban a lo largo del tiempo o se esfumaban tan rápido como habían aparecido. Necesitaba conocer, moverse, cambiar… sus estudios progresaban dirigidos por un algo natural y engrandecían con el paso del tiempo. Se sentía satisfecha.

Pero igual que hacerse un camino en la profesión fue duro, también tuvo tiempo de disfrutar. Jugó entre esos espacios, sin tiempo ni referencias, llenos de color y sensaciones. Para ella, supuso una aventura adentrarse, un cambio a todo lo vivido anteriormente, pero era en esencia algo propio de la naturaleza. La ilusión inocente del amor, de la alegría de lograr los objetivos y de vivir la vida como si fuera un juego.

El cansancio presente le recordaba momentos más difíciles que le apartaban de espacios y tiempos felices; le hacían volar, acercarse susurrando y aminorar la marcha. Necesitaba resguardarse, ocultarse un tiempo, descansar y cuidarse, aunque su mente la pidiera continuar su cuerpo le ponía límites. El lugar le relajaba, era un recuerdo íntimo que no deseaba compartir, al menos por completo. Aparecían sombras que le guiaban, que la invitaban a seguir, que le obligaban a relatar su historia, por lo que, había algo inquietante en este espacio; no podía simplemente dejarlo todo y reposar, no podía calmarse y dejar de recordar…

Se produjo entonces un intercambio, sus sueños e ilusiones fueron sustituidos por una vida mucho más agitada. Nuevos elementos, nuevas ideas... Tantos nuevos elementos fueron añadidos que la añoranza a momentos más tranquilos, terminó creando un estado de ansiedad e impulsividad, que le obligaba a mover, cambiar, revolver, ajustar, girar


Y así, llegó al recuerdo más amargo. Al final, la luz se fue apagando poco a poco, pero su cuerpo no se detuvo. A lo lejos le pareció ver una laguna y la buscó ansiosa, discutió con el aire, que no permitía a su cuerpo cansado ejecutar movimientos más precisos y se enervó al verse caer, al entrar en la oscuridad, bailando desesperada sabiendo que sería el último y, angelada, su contorno contrastaba con el color del espacio y con las sensaciones mezcla de tristeza y amargura, su cuerpo desapareció en la luz…

Y todo empezó de nuevo…


BAILAR.

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